Proteger y alargar la vida de tu vehículo parece tarea difícil, sin embargo, no es así.  Los aceites lubricantes son los encargados de esta importante función. Al igual que la biotecnología se encarga de estudiar cómo prolongar la vida de los hombres, la optimización de los lubricantes es el camino más eficiente para mejorar la salud del motor y, por tanto, del automóvil.

El aceite del motor es el mejor aliado para alargar la vida útil de un automóvil. Este líquido actúa como lubricante y previene que las piezas del motor friccionen entre sí, se calienten demasiado y digan basta al cabo del tiempo. Con el paso del tiempo y sometidos a todo tipo de condiciones, los lubricantes van perdiendo sus propiedades iniciales y deteriorándose, por lo que se hace necesario sustituirlos para que sigan protegiendo las piezas del motor como el primer día.

Un lubricante se compone de una base, que puede ser mineral o sintética y de un conjunto de aditivos que le confieren sus propiedades y determinan sus características. Por tanto, en función de la base, un lubricante puede ser mineral o sintético. Sería semi-sintético cuando éste es una mezcla entre una base mineral y componentes químicos añadidos. Las bases minerales provienen de la destilación del petróleo, por lo que son compuestos orgánicos. Las bases sintéticas provienen de reacciones químicas de productos derivados o no del petróleo y por tanto son productos diseñados “a medida”.

En el cambio de aceite de un vehículo siempre surge la cuestión de saber cuál es el mejor aceite. La elección del mejor lubricante depende de varios factores como las especificaciones de calidad recomendadas o exigidas por el fabricante, la viscosidad y sobre todo en que vehículo vamos a emplear el aceite.